Podría haber sido una graciosa anécdota familiar pero no lo fue. Un juego entre Michael Jackson y su hijo, Prince Michael II, terminó con el astro intervenido quirúrgicamente. Al menos eso es lo que asegura el mismo rey del pop a la hora de justificar las decenas de curitas que se puso en su cara hace unos días.
Según confesó Jackson, su labio superior se abrió al ser golpeado por su hijo mientras jugaban y por eso, tuvo que recurrir (otra vez) a un cirujano para que se lo arreglara. Nadie le cree.
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