Raquel Mancini , después de estar al borde de la muerte tras padecer un cuadro de Gripe A, brindó una entrevista, en la que detalló cómo afronta su presente.
"Veo lo que me pasó como algo positivo. Disfruto cada momento que me da la vida. No quiero dejar de crecer, de levantarme todas las mañanas, tratar de ser feliz y de no caerme. Yo podría haberme quedado en la cama después de la gripe, pero opté por levantarme y seguir adelante. Esta es la segunda vez que Dios me la deja pasar y pienso vivir a pleno, feliz con lo que tengo y lo que soy"
"Me fui a vivir a la casa de mis padres, así seguían de cerca el proceso. Los primeros días tuve que dormir con respirador porque todavía estaba débil. Además, hay cosas que se me borraron de la memoria. Me olvidé de cosas que hacía en la cotidianidad, de situaciones y hasta de lugares que ya no recuerdo y que mis hermanos me cuentan. Incluso intervino un kinesiólogo que me ayudó a adaptarme a los espacios y me decía 'esta es la mesa', por ejemplo".
"Ahora estoy mucho mejor, pero sigo teniendo unas pesadillas horribles. Es un sueño recurrente. Estoy en la cama del hospital y a mi lado hay un ataúd con mi nombre tallado. Es terrible, llega la noche y tengo miedo de dormirme porque no quiero soñar eso de nuevo. Los primeros días después del alta fueron un infierno. Cerraba los ojos y veía el cajón. Me dijeron que es un efecto postraumático por lo que viví".
"Veo lo que me pasó como algo positivo. Disfruto cada momento que me da la vida. No quiero dejar de crecer, de levantarme todas las mañanas, tratar de ser feliz y de no caerme. Yo podría haberme quedado en la cama después de la gripe, pero opté por levantarme y seguir adelante. Esta es la segunda vez que Dios me la deja pasar y pienso vivir a pleno, feliz con lo que tengo y lo que soy"
"Me fui a vivir a la casa de mis padres, así seguían de cerca el proceso. Los primeros días tuve que dormir con respirador porque todavía estaba débil. Además, hay cosas que se me borraron de la memoria. Me olvidé de cosas que hacía en la cotidianidad, de situaciones y hasta de lugares que ya no recuerdo y que mis hermanos me cuentan. Incluso intervino un kinesiólogo que me ayudó a adaptarme a los espacios y me decía 'esta es la mesa', por ejemplo".
"Ahora estoy mucho mejor, pero sigo teniendo unas pesadillas horribles. Es un sueño recurrente. Estoy en la cama del hospital y a mi lado hay un ataúd con mi nombre tallado. Es terrible, llega la noche y tengo miedo de dormirme porque no quiero soñar eso de nuevo. Los primeros días después del alta fueron un infierno. Cerraba los ojos y veía el cajón. Me dijeron que es un efecto postraumático por lo que viví".