Opta por ser alegre y optimista.
Nada en el mundo puede acabar con la felicidad de un hombre alegre y optimista.
Cuando te lleguen sufrimientos, recíbelos con calma y no te dejes dominar por ellos.
No pongas tu felicidad en las cosas externas que te lleguen.
Construye tu felicidad dentro de tu mismo: centra tu dicha en el progreso permanente de la vida espiritual, en la sabiduría del corazón.
Sé humilde. La vanidad es el peor de los defectos, porque hace que nos engañemos a nosotros mismos.
Si eres muy sabio, siempre habrá alguien más sabio que tú.
Si eres muy fuerte, siempre habrá alguien más fuerte.
Por eso sé humilde. ¿De qué te glorías?
La vanidad nos quita el sentido de las proporciones y terminamos volviéndonos ridículos, porque nos engañamos a nosotros mismos.