En el lugar más hermoso del universo vivía un niño llamado propósito,el cual anhelaba crecer y concer otros mundos. Propósito se la pasaba por allá en lo alto, por las nubes, jugando y jugando todo el día. Una vez propósito se dio cuenta de que no crecía como sus amigos, además empezó a sentirse más débil y poco a poco perdió sus ganas de jugar. Un gran día, un mensajero celestial llegó en su ayuda. El mensajero llevaba consigo un maletín muy especial que contenía ..
elementos divinos para así fortalecer y hacer crecer a propósito. Desde el mismo instante en que aquel mensajero llegó propósito comenzó a sentirse mejor y mejor, ya que cada día aquel mensajero lo alimentaba con manjares celestiales. Entre ellos había muchos caldos de constancia con fuerza, platos nutritivos de voluntad y trabajo, postres hechos a partir de paciencia, fantásticos jugos hechos con decisión y lo más importante, lo trataban con mucha confianza y sobre todo con mucho amor, propósito creció y creció, y llegó a dejar de ser propósito para convertirse en sueño y claro que siguió jugando, pero ya no por las nubes, sino aquí en la tierra. Conoció otros mundos, mundos como la felicidad y la satisfacción, y un día no muy lejano, sueño dejó de ser sueño y se transformó en realidad.