Aunque a veces cueste creerlo, los koalas no son muñecos de peluche. Es cierto, lo parecen, pero como especie tienen graves problemas que más bien parecen salidos de una película de terror. No sólo están al borde de la extinción por la destrucción de su hábitat, sino que muchos de ellos mueren quemados en los frecuentes incendios forestales extremos que registra Australia.
Los que logran salvarse a menudo acaban heridos, llenos de quemaduras que precisan de muchos cuidados hasta lograr la recuperación. Entre otras razones, ser de movimientos lentos les impide escapar del fuego. Los condena a llevarse la peor parte en este tipo de incendios, muchos de ellos provocados a consecuencia del cambio climático pues, si bien Australia siempre ha sido escenario de incendios, el calentamiento global aumenta su probabilidad, según advierte la ONU.
Los últimos incendios han sido especialmente crueles con ellos y un buen número de los supervivientes están pasando una auténtico calvario para recuperarse, aunque su buen carácter hace posible que los activistas cuiden de ellos. “Aunque sufren heridas y quemaduras en sus patas, garras, cara y oído al tratar de escapar del fuego, una vez que son rescatados son criaturas dóciles que se sentarán y dejarán que los atiendan”, explican dese el Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales
Los que logran salvarse a menudo acaban heridos, llenos de quemaduras que precisan de muchos cuidados hasta lograr la recuperación. Entre otras razones, ser de movimientos lentos les impide escapar del fuego. Los condena a llevarse la peor parte en este tipo de incendios, muchos de ellos provocados a consecuencia del cambio climático pues, si bien Australia siempre ha sido escenario de incendios, el calentamiento global aumenta su probabilidad, según advierte la ONU.
Los últimos incendios han sido especialmente crueles con ellos y un buen número de los supervivientes están pasando una auténtico calvario para recuperarse, aunque su buen carácter hace posible que los activistas cuiden de ellos. “Aunque sufren heridas y quemaduras en sus patas, garras, cara y oído al tratar de escapar del fuego, una vez que son rescatados son criaturas dóciles que se sentarán y dejarán que los atiendan”, explican dese el Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales